A pesar de haber revolucionado la disponibilidad de alimentos por alargar su tiempo de conservación y facilitar su transporte, desde que Nicholas Appert descubrió la forma de conservar los alimentos a resguardo del oxígeno y la luz, envasándolos en vidrio, para después someterlos a un tratamiento por calor dentro del mismo envase, este sistema no ha dejado a nadie indiferente.
Existen variedad de ideas en el imaginario colectivo en relación al mundo de los alimentos envasados, sobre su seguridad o sobre su aporte nutricional real. Gracias al progreso tecnológico, muchas de estas creencias o afirmaciones quedan hoy en día desmentidas.
- Los alimentos enlatados, una vez abiertos, deben guardarse en otro recipiente para evitar la oxidación de la lata. Falso. Esta recomendación era válida cuando se utilizaban latas de acero u hojalata y se soldaban con plomo, un procedimiento prohibido actualmente por su toxicidad. Ahora las latas son de aluminio y no requieren soldadura. Si se recomienda trasladar el alimento sobrante a otro recipiente es para poder taparlo y así evitar contaminaciones externas. Por eso algunas latas, sobre todo para porciones familiares, incluyen una tapa de plástico que permite conservar el alimento sobrante en la misma lata pero tapada.
- Las latas abolladas o con golpes deben desecharse. Cierto. Las latas que se utilizan actualmente están formadas por varias capas de materiales metálicos y recubrimientos orgánicos que como consecuencia de un golpe pueden romperse, y de este modo, perder sus propiedades de protección y conservación de los alimentos que hay en el interior.
- Los alimentos congelados han perdido muchos nutrientes. Falso. La industria alimentaria congela los alimentos poco después de su recolección o pesca, y utiliza la utracongelación, un sistema que permite que los alimentos lleguen a la temperatura más baja (-18ºC) en un tiempo breve (máximo 4 horas). Cuando la congelación de un alimento se produce lentamente, se forman cristales de hielo grandes y con muchas aristas, que provocan que los tejidos del alimento se rompan perdiendo así agua y nutrientes. Todo lo contrario sucede con la utracongelación, que permite mantener al máximo tanto las características de textura como de sabor y nutrientes del alimento. Además, si tenemos en cuenta el tiempo que pasa desde la recolección o pesca del alimento hasta su congelación, es mucho más breve que cuando congelamos los alimentos en casa. Por lo que la pérdida de nutrientes y características organolépticas aún es menor.
- Al calentarse el envase de plástico incrementa la migración de componentes del plástico a la bebida o alimento. Cierto. No obstante hay que tener en cuenta que los envases de plástico que se utilizan hoy en día, son lo suficientemente resistentes como para evitar el paso o la migración de elementos del envase hacia los alimentos o las bebidas contenidas en ellos. De hecho las botellas de plástico sí pueden reutilizarse. La cuestión radica en hacer un uso responsable del envase, como por ejemplo no someterlos a calor ni lavarlos con detergentes que sí podrían provocar la salida de componentes químicos del plástico al exterior.
Pero no podemos terminar sin antes recordar que existe gran variedad de alimentos envasados, ya no solo por su origen animal o vegetal, sino por su formato: desde conservas de verduras, carne o pescado (alimentos de 2ª gama), a alimentos congelados (3ª gama), alimentos de 4ª gama, es decir frutas y verduras frescas y listas para consumir, envasadas en una atmósfera protectora (sin oxígeno) y por último alimentos de 5ª gama, es decir, alimentos precocinados.
Aprender a diferenciar cuáles de ellos, por sus características nutricionales, son la mejor opción a la hora de facilitarnos el día a día en la cocina, es clave para llevar a cabo una alimentación saludable. ¿El secreto? Leer las etiquetas para poder comparar los productos entre ellos buscando siempre aquellos con menos sal, menos azúcar y menos ingredientes desconocidos o que no usaríamos en casa. En este sentido podríamos decir sobre cada uno:
Alimentos de 2ª gama: es recomendable buscar las opciones sin sal añadida o en su defecto, comparando productos similares, aquellos con menos contenido en sal.
Alimentos de 3ª y 4ª gama: son una muy buena opción ya que, teniendo en cuenta lo explicado sobre la técnica de ultracongelación, los de 3ª gama son tan buena fuente nutricional como los de 4ª gama, si bien los congelados tendrán un tiempo de conservación más largo. Ambos facilitan la preparación de alimentos en tanto que ya vienen limpios y cortados.
Alimentos de 5ª gama: no es recomendable basar nuestra alimentación en este tipo de productos. Pero en el caso que tengamos que recurrir a ellos, es necesario leer las etiquetas, conocer qué ingredientes se han utilizado en su elaboración, y decantarnos por aquellos que contengan menos sal, sin azúcar, que se hayan elaborado con aceite de oliva y que, en definitiva, estén elaborados con los mismos ingredientes que nosotros utilizaríamos en casa.